I.
No hay grabaciones de Buddy Bolden.
No oficialmente, al menos, pero yo una vez escuché una.
Cualquiera podría hacerlo, pero tendría que esforzarse.
Y tener la sed, por supuesto, de escuchar a Buddy Bolden.
II.
Documentos oficiales tampoco hay muchos.
Las notas del hospital donde estuvo internado por 24 años apenas suman
4 páginas.
Cinco líneas cada año, en las que simplemente se confirmaba el
diagnóstico.
A eso se redujo Buddy Bolden.
III.
Una vez supe que, por tradición, una agrupación de músicos de Luisiana,
libera a un interno siquiátrico cada cuatro años.
Lo ayudan en su fuga y le enseñan a tocar la armónica y si es posible
la trompeta.
Luego lo hacen parte del grupo y lo llevan a gira hasta que el tipo se
aburre o mata a alguien.
Todo por haber dejado morir encerrado a Buddy Bolden.
IV.
Lamentablemente, pensaba hoy, nadie tiene sed de Buddy Bolden.
Y aceptamos sin más cuando nos dicen que su música se perdió y no hay
grabación alguna.
Planificamos con anticipación hasta las propias emociones, y compramos
con tiempo, cada una de nuestras tumbas.
El jazz mismo, incluso, que parecía eterno hoy está tibio y a medio
enterrar.
Nadie tiene sed de Buddy Bolden.
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