-¿No encuentras que hay algo raro? -dijo él.
-¿Algo raro? -preguntó ella.
-Sí.
-Pues no, no encuentro…
-Hmm…
-¿En la casa, dices tú?
-Sí… pero no sabría decir qué…
-Pero, ¿es algo malo?
-No… malo, no… pero es un poco incómodo… como una
sensación de extrañeza…
-Igual no venías hace tiempo.
-Sí… sí sé, pero no es eso…
-En este tiempo he cambiado algunas cosas de lugar,
tal vez sea eso…
-No sé… puede ser…
-¿Quieres algo de tomar?
-Un café, tal vez… ¿puedo prepararlo yo…?
-Claro. La cafetera al menos está donde siempre.
-¿Hago para ti, también?
-Bueno… pero solo un poco… no me gusta tomar café
tan tarde…
-Sí… Lo recuerdo.
-…
-¿Sabes…? Veo todo y es como… No sé… como si hubiese
una flor cortada en un florero… pero con el tallo hacia arriba…
-Pues en esta casa no hay floreros.
-Claro, era un ejemplo… para explicar la sensación…
-Lo sé… Yo también trataba de explicarte que no hay nada…
-…
-¿Qué haces?
-Estaba viendo esto… Parece que ya no suena la caja
de música…
-¿Estás bromeando…?
-¿Por qué?
-Esa es la moledora de café.
-Uff… con razón la bailarina no empezaba nunca a
moler los granos…
-…
-¿Ya ves…? Antes te habrías reído.
-Puede ser… por cortesía...
-Tal vez eres tú entonces la que tiene el tallo
hacia arriba…
-No lo creo. Tal vez lo tenía antes… Ahora siento que he
vuelto a mi posición correcta.
-…
-…
-Creo que ya está el café.
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