Comenzó a tocar la trompeta porque amaba el piano.
Hablo de amor verdadero, por supuesto.
Y es que el verdadero amor es siempre así:
indirecto.
Si no me creen les doy ejemplos.
Tres ejemplos les doy:
1. Juan ama a Juanita, así que se casa con Ana.
2. Ana ama a Juan, así que lo engaña con Pedro.
3. Juanita también ama a Juan, así que gasta su
vida haciendo mermeladas.
¿Se entiende?
¿No necesitan más información?
Pues de todas formas se las entrego:
Dos informaciones les entrego:
1. Pedro es hermano de Juan.
2. Juan no come mermeladas.
Dicho esto, dejo de darles algo más y volvemos.
Volvemos al que toca la trompeta, por cierto.
Y ya saben ustedes que es por amor que toca la
trompeta.
La toca como el
pico, no lo niego, pero es por amor.
Y su amor permanece perfecto y puro justamente porque
no es a la trompeta a la ama, sino que al piano.
Ojalá se entienda.
¿No es suficiente?
¿Les doy otro ejemplo?
Tanto nos amó Dios que envió a su hijo.
Ese era el ejemplo.
Cortito el ejemplo.
Igual ustedes lo pueden desarrollar más.
Como nos
amaba no vino él, sino que mandó a su hijo, pueden decir.
Y luego pueden pensar en Juan, Ana y Juanita.
Y hasta en las mermeladas de Juanita.
¿No les gusta de esa forma?
¿Acaso no se entiende de esa forma?
Pues resulta que yo también soy indirecto con
ustedes, por supuesto.
Y por eso -tal vez-, no sé decirles qué es lo amado
y escriba en cambio tanta mierda.
De todas formas, si se los dijera, pienso ahora, no
sabría cómo hacerlo.
Por eso, en definitiva, toca la trompeta.
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