I.
Perdió tres dedos de la mano derecha manipulando explosivos.
No quiso ir a un hospital y se los curó él mismo,
por lo que se infectaron y tuvo que terminar de cortarlos, por completo.
Le quedaron el pulgar y el índice, en la mano
derecha.
Los usaba como una tenaza.
II.
Los explosivos los preparaba para utilizarlos en
una mina abandonada.
Pero como era algo ilegal debía inventar otra
historia.
Pasó días escondido, sin que se le ocurriera
ninguna.
Finalmente, inventó que un animal se los había
arrancado, en la montaña.
Un perro grande, dijo en el hospital, con
ojos rojos.
III.
Con los días, su historia se difundió en el pueblo
y hasta se transformó un poco.
El perro grande pasó a ser una bestia de dos
cabezas y a los ojos rojos se le sumaron oscuros cachos de cabra.
Dicen que estaba haciendo un pacto con el diablo,
comentaban todos.
IV.
¿Qué es lo que el pistolero le habrá pedido al
diablo?, se preguntaban unos viejos en un bar.
Habían comenzado a decirle pistolero, por
cierto, luego del accidente.
Unos decían que había pedido una mujer, otros
dinero y los últimos decían que dos o tres mujeres.
Nadie tenía más opciones.
V.
Él, por otro lado, se volvió más huraño después del
accidente.
La novia que tenía lo dejó, pues asumió que había
pedido al diablo otra chica.
Comenzó a usar un guante especial, con relleno para
los dedos perdidos.
Finalmente, intentó comunicarse con el diablo, tal
como creían que había hecho.
VI.
Se le apareció el diablo al tercer intento.
Tenía el aspecto de un niño y llevaba un collar,
con los dedos perdidos.
En cuanto lo vio, sin embargo, cayó en cuenta que
no sabía qué pedir.
Y como no se decidió nunca, el diablo se fue, y
terminó la historia.
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