I.
Él dice que terminaron, pero no del todo. Nos
explica entonces que de vez en cuando se hablan y hasta se han juntado un par
de veces, desde que decidieron no seguir. Es más fácil ahora, comenta. Y es que
antes, según su expresión, la relación les quedaba grande. No era agobiante ni
nada de eso, pero había que llenarla de alguna forma, y eso claramente no
resultaba natural. No sumábamos lo suficiente para ser pareja, nos dice.
Faltaba algo. Ahora en cambio no hay mayores exigencias. Es solo un encuentro,
un cruce. No hay necesidad de envolverlo bajo ninguna forma especial de
compromiso o como quiera que se llame. Eso es lo que él dice.
II.
Ella coincide, más o menos. Es la primera en decir
que terminaron y no le da más vueltas a ese término. Reconoce que se han
juntado luego un par de veces, pero dice que para ella es como juntarse con un
residuo, con una especie de fantasma. Suena egoísta, comenta, pero recalca que no
lo ve como un otro. Y de hecho, cree que él tampoco la ve a ella, de esa forma.
Lo que tuvimos se acabó, sostiene. Aunque acepta que hay algo que aún está
en proceso de desvanecerse. Una especie de eco. Juntarse ha sido eso, nos dice.
Un eco. Tal vez resuene una vez más. Y luego desaparezca por completo. Eso es
lo que ella dice.
III.
Yo, en tanto, escucho sus palabras y de cierta
forma las ordeno, y reproduzco. Intento no emitir juicios, pero debo reconocer
que ante todo soy escéptico. Y es que me cuesta creer en las personas que
hablan de sí mismos como si realmente se conocieran. Como si ellos manejaran el
rumbo por el que van. No creo eso. Que la relación les haya quedado grande, por
ejemplo, me parece una idea demasiado artificial. Por otro lado, lo del eco y
aquello que se desvanece, me parece una mediocre forma de conceptualizar
aquello que no se comprende. Son apreciaciones básicas, claramente, las mías, pero
eso es lo que yo digo. No hay necesidad de más.
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