Antonia está en el coro de niñas de la
iglesia. Le avergüenza ya que tiene mala voz y las otras niñas ya llevan tiempo
trabajando. Por si fuera poco, prácticamente sin ensayo, debe cantar este
domingo frente a sus padres y los distintos asistentes. Justo entonces, minutos
antes, mientras se ubican en sus lugares, para cantar, otra niña se acerca y le
pregunta si se siente mal. Antonia le explica la situación y sus ojos se llenan
de lágrimas, mientras lo hace. La otra niña le dice entonces que no se
preocupe, y que haga como Cristina, Soledad y ella misma, que apenas mueven la
boca fingiendo que cantan, para no desafinar. Nadie se da cuenta, le
dice. Antonia se tranquiliza un poco. Además, solo son dos canciones. Sigue el
consejo de su nueva amiga con la primera. Mueve la boca, nada más. Todo sale
bien. Sus padres la graban con un celular, desde su asiento. Al final todos aplauden.
Mientras espera el momento de la segunda canción, sin embargo, Antonia comienza
a cuestionarse algunas cosas. Por ejemplo, y aunque sabe que es absurdo, ella
piensa que tal vez en el coro nadie cante realmente… y el sonido venga de otro
sitio o en realidad ni siquiera venga… Es algo absurdo, claro, pero hay que
admitir que son varias las niñas que no cantan… Los espectadores, por otro
lado, parecen tener algo extraño… tal vez tampoco escuchen realmente y fingen
hacerlo, del mismo modo como algunas niñas simulan cantar… Sí, piensa Antonia,
tal vez nadie se atreve a decir nada, pero todos saben, y hay que seguir en el
juego. Igual que en esas ocasiones cuando dudas sobre dios y te preguntas por
qué lo bueno es bueno y lo malo es malo, sin que nadie tenga realmente una
respuesta sobre aquello. Pero claro, no debe valer la pena comenzar a
cuestionarse todo eso… Además, ya está por empezar la segunda canción. Por
esto, Antonia opta por quedarse en su lugar, mientras repasa mentalmente la
letra de la canción que viene. Sus padres vuelven a sacar un celular, para
grabarla. Ella se sonríe con su nueva amiga. Todo está en orden.
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