I.
Cerca de donde vivo hay una tienda de sucedáneos.
Tiene incluso un letrero que la anuncia de esa
forma:
TIENDA DE SUCEDÁNEOS
Venden al por mayor y tienen sucedáneos de queso,
de café, de cacao y muchos otros.
Lo averigüé porque una vez entré imaginando que
podían vender algo así como metáforas.
Estaba borracho esa vez y además había tomado
pastillas para dormir, y luego para despertar.
Hablé entonces con una mujer que era algo así como
la sucedánea de la dueña.
Tras de ella había una puerta roja que me pareció
muy extraña.
Recuerdo que pensé que esa era la entrada a otro
mundo.
Un mundo sucedáneo, pensé en primera instancia.
Pero cuando me iba razoné y pensé que si lo
sucedáneo estaba afuera, por esa puerta se debía acceder al mundo original.
II.
Tras intentar explicar mi teoría, la mujer pareció
asustada.
De hecho, corrió hacia atrás del mostrador y la
observé marcar a escondidas su celular.
En el momento interpreté que era por haber
descubierto su secreto, pero supongo que en realidad fue mi actitud lo que la
asustó.
Fue entonces que abrí la puerta roja e ingresé al
mundo original, en ese mismo instante.
Y descubrí así que el mundo original es en extremo
pequeño, está a oscuras, mide menos de 5 metros cuadrados y no puedes
encerrarte en él, si no quieres que un par de policías llegue hasta el lugar y
te lleven a la comisaría.
III.
A la gente no parece preocuparle que haya una
tienda de sucedáneos.
Nadie parece inmutarse ante el letrero ni ante la
naturaleza de aquella tienda.
Debido a esto, y para evitar problemas he decidido
hacer como ellos, y fingir que no importa.
Y claro, como hoy no me emborracho muy seguido,
digamos que eso ha facilitado mi actuación.
Además, quedé con prohibición de acercarme al
lugar, por todo un año.
Y claro, ya se acabó la prohibición, hace unos años,
pero trato de evitar ese lugar, de todas formas.
Si a alguien le interesa, yo les aviso adónde
queda.
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