“Confianza en el anteojo, no en el ojo”.
C. V.
*
No sé evaluar las formas.
No sé amarlas.
No sé comprenderlas.
Por ejemplo:
No sé gustar de las palabras.
No sé apreciar la superficie.
No sé recordar el color de los ojos.
*
No sé evaluar las formas.
No sé amarlas.
No sé comprenderlas.
Por ejemplo:
No sé observar las cicatrices.
No sé recordar el final de un argumento.
No sé apreciar un cuadro por su estética.
*
No sé evaluar las formas.
No sé amarlas.
No sé comprenderlas.
Por ejemplo:
No sé extasiarme con la belleza de las flores.
No sé contar hasta diez sin perderme entre los números.
No sé pensar cómo vivir y vivir al mismo tiempo.
*
No sé evaluar las formas.
No sé amarlas.
No sé comprenderlas.
Por ejemplo:
No sé elaborar una estrategia.
No sé distinguir una piedra de una joya.
No sé decir aquello que debía ser dicho.
*
No sé evaluar las formas.
No sé amarlas.
No sé comprenderlas.
Sin embargo:
No sé tener vergüenza de no amarlas.
No sé tener vergüenza de no comprenderlas.
Sé creer en aquello que ha de llegar a su tiempo.
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No sé evaluar las formas.
No sé amarlas.
No sé comprenderlas.
Y no saber aquello es liberador como el cansancio.
Y no saber aquello está lleno de fe, como el silencio.
Y no saber aquello es hermoso como un final que no se dice.
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