En la casa de
un tío,
recuerdo,
había una
ilustración de Jesús
caminando sobre
el agua.
Era una imagen
imponente,
de gran tamaño,
centrada únicamente
(como decía)
en Jesús caminando
sobre el agua,
es decir,
no se veía
mucho más en la imagen
nada de paisaje
ni contexto
solo una
figura,
parada sobre el
agua.
Como la imagen estaba
colgada en un cuarto
en el que me quedé
a dormir
algunas veces
(y como ya
entonces dormía muy poco)
recuerdo haber observado
durante varias horas
aquel cuadro.
Y es que de
cierta forma me incomodaba,
pero no me
atrevía a decirlo
pues era Jesús,
supuestamente,
quien aparecía
en la imagen,
y yo era
pequeño
y pensaba que
era malo cuestionarlo.
Así y todo,
supongo que al
crecer un poco
comprendí que
lo que me incomodaba de la imagen
era lo poco
natural de todo aquello;
me refiero a lo
profundamente extraño
e injusto
que sería para
mí, por ejemplo,
si quisiera
hundirme en el agua
y no pudiera.
Ocurrió desde
entonces
que al mirar
aquella imagen
viese yo a alguien
sufrir,
porque posiblemente
sentía
con sus pies sobre
el agua
que no era un
hombre como todos,
y yo imaginaba
que en el fondo
él quería
serlo.
Luego de sentir
que comprendía,
intenté
explicarle aquello a mi tío
todo aquello,
quien me
observó molesto
y no comentó
nada.
No sé si fue
debido a eso,
o si tal vez lo
expliqué mal,
pero lo cierto
es que nunca más
volvieron a
invitarme.
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