Mientras Sísifo
sube la roca,
Nósifo está
acostado, bajo la pendiente.
Está cómodo y
seguro,
pues encontró
un lugar a la sombra,
alejado de la
ladera por la que cae la roca
que intenta subir
Sísifo,
una y otra vez,
quién sabe para
qué.
Y es que Nósifo
nunca quiso ser
rey
y nunca pensó
siquiera
en aumentar su
riqueza.
Tiene una
piedra a su lado,
pero nunca ha intentado
moverla
en lo más
mínimo.
De hecho,
hay musgo sobre
la roca de Nósifo
y hasta unos
bichitos
de extraños
colores
han comenzado a
vivir ahí
desde hace
algún tiempo.
Quién diría, al
observarlos,
que Sísifo y Nósifo
son hermanos…!
Para encontrar siquiera
un parecido
habría que
detener a Sísifo,
o tal vez mover
a Nósifo
pues de la
forma en que se encuentran
no existe modo alguno
de compararlos.
Mientras tanto,
podríamos decir
que Sísifo al menos
ha desarrollado
una buena musculatura
con tanto
ajetreo…
pero también es
cierto
que se le ve
cada día
más cansado.
Nósifo, por su
parte,
si bien luce
feliz
a primera
vista,
parece algo descuidado,
y a veces aparente
ser una cosa más
abandonada en
la ladera.
¡Extraña imagen
la de Sísifo y Nósifo…!
Varias veces,
he intentado
contar algo sobre ellos,
pero cada día
me convenzo más
que ninguno de
nosotros
tiene realmente
una historia.
Me refiero
a que nada tenemos,
a que nada tenemos,
más bien,
fuera de nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario