En la carta
decía que viajó a dos Áfricas.
No era metáfora,
su teoría era que
todo tenía un par.
Que el mundo entero
era dos mundos.
Que una vida era
dos vidas.
Algo así,
decía, aunque nunca,
que yo recuerde,
se lo oí
explicar.
Venían fotos,
también, en esa carta.
Tres fotos, intercaladas
entre las hojas.
Eran fotos pequeñas,
de llanuras inmensas.
Ninguna
especificaba, por cierto,
el lugar donde
fue tomada.
Debo haber
leído esa carta unas seis veces.
Me gustaba leer
sus comentarios, mayormente.
Comentarios que
incluso
hacía sobre sus
propias palabras:
Creo que
mentí un poco en el párrafo anterior.
o
Debí iniciar
la carta por esta parte.
o
La
descripción que hice suena bien,
pero el lugar
era francamente horrible.
Eran frases que
probablemente agregaba
luego de haber
escrito la carta.
Y es que
estaban escritas con letra pequeña,
entre los
párrafos,
o a un costado
de ellos.
En esta en
particular,
además,
se incluían
unos dibujos
atrás de cada
hoja.
En una había
dibujado unos objetos,
en otra un par
de árboles
y en la última
iba un mapa.
Un mapa que era
en realidad dos mapas.
Dos Áfricas con
una ruta marcada en rojo.
Bajo ellas,
finalmente, una única frase
escrita con letras
pequeñas:
Ninguna de
las dos valió la pena.
Las dos lunas!
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