El cadáver no
da miedo.
Pero no es solo
el cadáver.
Ya sabes.
Se trata más
bien de otra cosa.
Algo más.
Algo que se
adhiere aunque no quieras.
Algo que se
adhiere y contamina.
De eso es lo
que se trata.
De intentar
sacártelo de encima.
Ya sabes.
Escucha bien y
no finjas…
Sé que
comprendes de qué hablo.
Tú elijes las
opciones.
Eso, al menos,
te lo dejo.
Puedes quemarlo
o enterrarlo.
Olvidar incluso
el nombre.
O simplemente no
observarlo.
Ya sabes…
El cadáver ya
no importa.
Eso es fiambre,
simplemente.
Carne seca.
Un objeto que,
sin duda,
puedes lanzar
directamente por la borda.
De eso
hablamos, entonces.
De un plan para
que eso no nos pase.
Un plan de
mierda, si soy sincero.
Un plan más
muerto que el cadáver.
Ya sabes…
Se nos permite
bromear desde el tercer día.
Beber hasta
caer, desde el cuarto.
Pero algo de
eso no está bien.
Lo hablamos con
el capitán, hace unas noches,
pero él no dijo
nada.
Pareció molesto
simplemente,
y nos mandó a trabajar
en la cubierta.
Que le dábamos
muchas vueltas…
Que ya todo
estaba definido.
Ya sabes…
Si arrojas
los cadáveres del barco, nos dijo.
Tarde o
temprano.
Habrá uno
que nadie va a arrojar.
Y claro… mientras
lo escuchaba,
noté que el
cadáver
no me daba ahora
miedo alguno.
Y reí entonces
tan fuerte,
que de pronto
comenzó,
sin previo
aviso,
a cerrarse mi
garganta.
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