I.
Localizar el origen de la fiebre, me dijeron. Eso
es lo primero. Para ello hubo que hacer exámenes y una serie de pruebas que,
según entiendo, no arrojaron nada claro. Me enviaron entonces donde otros
especialistas que fueron uno a uno descartando complicaciones. Finalmente, como
la fiebre no solía superar los 38, 5 y por lo general no duraba más de una o
dos horas diarias, lo dejaron así. Estableciendo límites que pudiesen considerarse
emergencias y buscar entonces ayuda médica. Que yo recuerde, al menos, nunca
fue necesario.
II.
No era tan malo tener fiebre. Objetivamente era incómodo
y algo molesto, pero de cierta forma me sentía más yo, en ese estado. Ahora
que lo pienso, tal vez sentía eso porque la fiebre solía llegar estando solo,
generalmente mientras leía o veía alguna película. Y es extraño, pero creo que
aquello que leí o vi así lo recuerdo más en relación a sensaciones que a
historias o acciones específicas. Por ejemplo, tengo muy claro lo que Cobra
Verde, de Herzog, me transmitió (recuerdo haber estado al límite de los
38,5 cuando la vi), pero más allá de una o dos imágenes no recuerdo nada de lo
que trataban. Lo mismo con los libros que leí estando en ese estado. Extrañamente,
me siento más seguro de haberlos comprendido de esta forma, sin recordar sus
historias, pero con una impresión profunda y clara.
III.
Dejé de tener fiebre sin darme cuenta. No es
que lo olvidara o la tuviese y no me percatara, pues el estado
febril era algo que se sentía. En este sentido, no voy a decir que la fiebre era mi
temperatura natural y que la he perdido, aunque de todas formas a veces lamento la
pérdida. De hecho, trato de evitar ver las películas o leer los libros que absorbí
en ese estado, que por lo demás duró varios años. Y es que siento que contaminaría
lo que comprendí, si las veo o leo nuevamente. Por lo mismo, celebro no haber descubierto el origen de la fiebre y agradezco, sinceramente, su presencia. De todas formas, debo reconocer que no siento su partida como algo definitivo.
Sé que cuando vuelva, sin duda, vendrá por mí.
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