“Estuvo horas buscando la forma menos
dolorosa
de decirle la verdad
a esos hombres que no se la merecen”
O. W.
Tengo un amigo que toca la trompeta, pero le dan ataques
de risa cuando escucha un clarinete.
Por lo mismo, a pesar de su talento, nunca ha
podido formar parte de una orquesta sinfónica, como ha sido su deseo.
Siempre pensó que se trataba de un fenómeno
pasajero, pero lejos de disminuir, los ataques de risa han aumentado con el tiempo.
Y claro, más allá de poder controlar el sonido que
hace al reír, está presente el impedimento de poder tocar la trompeta, mientras
ríe.
Para superar este inconveniente ha asistido a
numerosos tratamientos, incluidos entre estos las sesiones de hipnosis.
En una de ellas, por cierto, mi amigo me cuenta que
experimentó una regresión, para buscar el origen de aquello que le sucedía.
En dicha regresión, si bien no cumplió con su
objetivo, se vio a sí mismo como un hombre que torturaba a un grupo de
soldados, para que revelaran cierta información secreta.
En este contexto –y esto pudo deberse a una falla
en la regresión-, mi amigo no ha podido olvidar algunas imágenes en que desolla
parte de los brazos de unos soldados, que llegan incluso a desmayarse por el
dolor.
En este contexto, mi amigo fue entonces a otros
especialistas, ya no solo para dejar de reír al escuchar un clarinete, sino
también para abandonar la sensación de angustia que le provocaban las imágenes
de su regresión.
Lamentablemente, ninguna de sus inquietudes fue
solucionada, por lo que debió renunciar definitivamente a su sueño de pertenecer
a una orquesta sinfónica.
Desde entonces, sin embargo, ha pasado a formar parte de
una banda de mariachis que trabaja dando serenatas, principalmente en el barro
alto.
Convengamos con él que es una forma, al menos, de
superar el problema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario