Me costó entenderlo, pero al final lo que el viejo
decía era que las moscas salían de él. No desde dentro o como entidades
independientes, sino recalcando que de alguna forma se desprendían de lo que él
era, como trocitos de vida.
Yo colaboré con el informe así que ahondé bastante
en el caso, que por lo demás tenía cierta lógica, a pesar de su carácter
poético. Digo esto porque el viejo era capaz de argumentar sus ideas señalando
una teoría relativamente organizada, que –a su manera, claro está-, explicaba
la muerte de los individuos.
Así, según el viejo, con el paso del tiempo, desde
lo que es el hombre se irían desprendiendo pequeños trocitos de su vida. Esos
trocitos, a su vez –que no disminuyen en lo absoluto la materia física del
hombre que se desprenden-, tomarían la forma de moscas, que por lo general
rondan al hombre desde el cual se desprenden. Posteriormente, tras desprenderse
todo lo que es el hombre, sobrevendría, claro está, la muerte del individuo.
A modo de ejemplo, podríamos imaginar una hogaza de
pan (el hombre), desde la cual fuesen desprendiéndose pequeños trozos o migajas
(las moscas, según el viejo) hasta que la hogaza deja de contener aquello que
la hacía ser una hogaza de pan, aunque físicamente no ha disminuido en lo
absoluto.
Este mismo ejemplo, por cierto, recuerdo haberlo
incluido como una nota en el informe que ayudé a escribir en aquel entonces y
que daba detalles sobre la forma en que el viejo veía la realidad. No sé si
alguien lo habrá leído, pero ciertamente no fue de mucha utilidad, ya que el
hombre fue cambiado de sector y luego, según entiendo, dado en custodia de un
pariente que accedió a cuidarlo debido a
una resolución que ya había sido tomada hace meses.
Cuando se despidió, según me cuentan, el viejo
decía que le quedaban ocho moscas, nada más… y les aseguró a quienes lo
escuchaban que en poco tiempo más estaría en condiciones de esperarlos en un sitio
más ameno y personal.
Ignoro, por cierto, si así habrá sido.
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