-¡Mamá….! ¡Mamá…!
-¿Qué pasa?
-¡Mi hermano de nuevo está haciendo eso en la
bicicleta…!
-¿Eso….? ¿Qué es eso…?
-¡Lo de quedarse quieto en la bici…! ¡Dile que no
lo haga…!
-¿Es peligroso lo que está haciendo?
-¡Sí…! ¡Y me da miedo…!
-De acuerdo… Yo le digo…
-¡Pero dile fuerte, mamá…!
-¡Francisco…! ¡Deja de hacer tonterías en la bici,
que es peligroso…!
-¡No es peligroso, mamá….! ¡Ven y mira…!
-¡Sabes que no puedo ir a ver ahora, pero deja de
hacer eso, que asustas a tu hermano…!
-…
-¿Me escuchaste, Francisco…?
-…
-¡Mamá…! ¡Lo sigue haciendo…!
-…
-¡Y me mira con cara de burla…!
-¡Mentira…! ¡Ni siquiera lo miro…! ¡Además no es
peligroso…!
-¡Es verdad, y me sigue mirando…!
-¡No quiero tener que ir para allá…! ¡Les advierto…!
-¡Pero mamá…!
-¡Francisco, tú eres más grande….! ¡¿No puedes
dejar de hacer cosas raras…?!
-¡Pero si solo estoy arriba de la bici y me
equilibro en el lugar, quedándome quieto…!
-¡Parece muerto, mamá…! ¡Lo hace para asustar
porque parece muerto así de quieto…!
-¡No podría estar muerto arriba de una bici, idiota…!
-¡No le digas idiota a tu hermano, recuerda que es
pequeño…!
-¡Pero cómo se le ocurre que un muerto va a estar
arriba de una bici…! ¡Es imposible que dé miedo!
-¡Da miedo igual…! ¡Como si todos estuviéramos
quietos…!
-¡Pero entonces muévete…! ¡Déjame arriba de la bici
y muévete tú…!
-¡No puedo…! ¡Mamá… él sabe que con miedo no puedo…!
-¡Ya les advertí que dejaran el asunto ese…! ¡Voy a
ir para allá y quiero todo solucionado…!
-…
-¡Mamá…! ¡Mi hermano se está riendo porque sabe que
no puedes venir…!
-¡Mentira…! ¡No me río por eso…!
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