Primero una luz blanca. Típica luz blanca. Brillante,
enceguecedora. Una gran luz blanca.
Luego una voz. Típica voz, también. Fuerte, profunda.
Una voz potente y estremecedora.
La voz entonces, en medio de la luz, pregunta si
quiero otra vida.
Lo pregunta así, simplemente, sin matices ni preámbulos.
Y hasta con cierto apremio.
Y claro, como sospecho que es un sueño no me lo
pienso mucho.
Digo que sí, en resumen. Sin darle muchas vueltas. Para
ver qué pasa.
Apenas lo digo, despierto, sin embargo. A mi vida
de siempre. Eso observo.
No se aprecia cambio alguno, pienso entonces. Estoy
tranquilo. Obviamente era un sueño.
Horas después, de improviso, comienzan las dudas. Y
una molesta intranquilidad, de paso.
Y es que lo del sueño bien pudo ser verdad, después
de todo.
Tal vez mi vida era otra, y desperté en esta, que
era ajena.
Parece la de siempre, me digo, pero ciertamente puede
ser parte del truco.
Observo mis cosas, repaso mis acciones, analizo mis
recuerdos… Siento que falta algo.
Y tal vez ese algo sea la verdad que tenía
la otra.
O sea, tengo recuerdos de dolor, amor y otras sensaciones
importantes…
Pero de cierta forma les falta resonancia… una vibración
íntima…
La vida original, sin duda, debe haber vibrado
distinto…
El dolor debe haber dolido, en esa vida…
El amor… ¿quién sabe cómo habrá sido…?
Ahora, en cambio, todo se desvanece.
Te ilumina cada vez menos.
Se siente frágil, incluso.
La otra vida.
Ahora entiendo.
Cual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario