I.
Me preparo para volver a Truffaut.
Para volver a Demy.
Para volver a Rohmer.
Sobre todo me preparo para volver a Rohmer.
Con miedo me preparo para volver a El rayo verde, por ejemplo.
Y para volver a mí mismo, de paso.
Y es que siempre duele un poco, volver a uno mismo.
Aunque sabemos, por supuesto, que es algo necesario.
II.
Truffaut, Demy y Rohmer, como tres reyes magos.
No puedes volver a ellos sino es desde un pesebre.
Desde la inocencia recibir sus presentes.
Sus errores, incluso.
El incienso de Truffaut.
El oro de Demy.
La mirra de Rohmer.
Ahí hay una vida que no es la vida, pero es como si
lo fuera.
III.
La vida no está en la superficie.
O no está, al menos, solo en la superficie.
Me gusta pensar por ejemplo que la vida existe en
distintas profundidades.
Y esas tres profundidades en que existe la vida, suelo
relacionarlas con Truffaut, con Demy y con Rohmer.
No es algo exclusivo, por supuesto.
Bien puedes relacionarlas con tus hijos o con quien
gustes.
Diario íntimo de Adéle H.
Los paraguas de Cherburgo.
El rayo verde.
Para eso me preparo.
Puede parecer ridículo, pero para eso me preparo.
Lo que soy.
Lo que amo.
Lo que busco.
Y es que sabemos, por supuesto, que es algo
necesario.
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