La gente aplaude y ríe porque ve un loro andar en
bicicleta.
La situación ocurre en un show que se daba en la
sala de un gran casino.
Solo estamos ahí unas cuarenta personas, los otros
miles están viendo un concierto, en el gran salón de espectáculo.
Yo estoy ahí porque supe que Regina Spektor se
hospedaba en secreto en el hotel del casino.
Y me dieron el dato que ayer bajó dos veces a este
salón y pidió una infusión extraña, con cierto tipo de té, leche, jengibre y
ralladura de naranja.
Dos horas después de llegar estaba ahí, en el salón
pequeño, entre la gente que aplaude porque ve un loro andar en bicicleta.
También ríen porque al loro lo visten como cowboy y
le ponen unas pistolas a los lados, mientras camina tambaleándose.
Quien dirige
al loro casi no habla.
Al parecer es ruso, por el acento, que se escucha
cada vez que pide aplausos para Trotsky.
Y claro, Trotsky es el nombre del loro que anda en
bicicleta.
También hay otros loros, claro, y un canario y
hasta un guacamayo que aún no sé qué hace.
Por cierto, no veo a Regina Spektor.
Tampoco quiero hablarle ni nada, solo verla.
Tranquila, bebiendo una infusión con ralladura de
naranja.
Para saber cómo es, entonces, pido una.
Cuando la traen, veo que llevan otra exactamente
igual hasta la mesa que está atrás.
El loro que anda bicicleta está ahora bailando como Michael Jackson.
Casi todos, vuelven a aplaudir.
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