El señor Comienzo dice algo y no se pregunta para
qué.
Nada se pregunta, en realidad, el señor Comienzo.
Y es que tarde se encuentra con el señor Destino y
el señor Para Qué.
Además, no se trata, para nada, de un encuentro
grato.
Lo ocurrido lo relata el señor Recuento, que vive hace
años en casa del señor Instante.
Dos veces lo relata hasta que el señor Fatuo nos
escucha.
A partir de ahí, sin embargo, el comunicado parece
diferenciarse gracias al señor Cariz.
Olvidamos así al señor Primera versión que está
sentado junto a un árbol y nos centramos en quienes quedan.
Los ordenamos en fila de hecho, desde el señor Yo
soy hasta el señor Residuo.
El silencio de todos ellos se deja oír sobre el que
antes llamaban señor Hoja en blanco.
Es algo amenazante, en principio, este último, pero
ya se muestra derrotado.
Tal vez ha sido atacado por el señor Insomnio o
resultó ser verdad lo de su cambio de nombre.
De esta forma, por absurdo que parezca, el
señor He llegado tarde ingresa justo a
tiempo.
Junto a él, el señor Nadie y el señor Sin Más
parecer poner fin a este asunto.
Nadie ha disfrutado realmente su existencia, pero
el señor Vian acepta y agradece sus visitas.
El señor Final nunca llega, pero su ausencia sirve
para recordarlo y permanecer tranquilo, mientras golpean una puerta.
Tal vez sea el señor Salir del paso, que cree haber
sido llamado, en algún momento.
Yo, que sé qué es y qué no es cierto, le digo que
tal vez puede retirarse.
Y es que el señor Fin del Mundo llegará de un
momento a otro, según dicen, e instalará reglas totalmente nuevas, si dios quiere.
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