Subrayé esa frase en el informe las dos veces que
apareció. Se cortó porque creía que bajo
la piel estaba uno. En la primera ocasión era una declaración del propio
alumno, y en la segunda parecía ser más una conclusión de quién redactó aquel
informe. Se cortó porque creía que bajo
la piel podía encontrarse a sí mismo. En lo personal, sin embargo, yo suelo
desconfiar de esas explicaciones que suelen parecer demasiado literarias. Leí de
todas formas el documento de quienes lo atendieron y hasta un largo informe que
hizo el psicólogo del establecimiento anterior donde explicaba que se infligía
lesiones como manifestación de la búsqueda de sí mismo, que otros adolescentes
canalizaban bajo otras acciones o conductas por lo general menos drásticas. Posteriormente
se ajuntaban algunas imágenes y las denuncias que se realizaron en carabineros,
debido a la gravedad de lo sucedido. Y es que además de los numerosos cortes
que se realizaba, el alumno había llegado al extremo de arrancarse fragmentos
de piel, siendo el más grave la extracción de un cuadrado de diez por diez
centímetros que se arrancó del muslo.
-Acá dice que lo que sucedía era porque querías
encontrarte a ti mismo, debajo de tu piel –le dije de golpe cuando lo
entrevisté.
-No hay nada de uno debajo de la piel –me dijo
entonces, cortante.
-¿Fue por problemas, entonces?
-Sí –me dijo-. Como todos.
-¿Y cuándo tengas más problemas vas a volver a
hacerlo?
-Ahora tengo problemas y no lo hago.
-¿Y cómo lo haces? –pregunté finalmente.
-Supongo que hago diferentes cosas –me contestó-.
Como todos. ¿Usted escribe de madrugada, cierto?
No le contesté.
En cambio, timbré la ficha de entrevista y le
agradecí el tiempo.
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