Escribir una novela donde todos sean felices. Desde
la primera hasta la última acción. Sin que se filtre la menor duda. Nada de
dolores ni conflictos. Nada de dudas ni cuestionamiento sobre el sentido de la
vida o de las cosas. Narrar y describir exclusivamente situaciones placenteras.
Sin críticas soterradas ni atisbo de ironía. Personas felices, en familias
felices, en un pueblo feliz. Felicidad tal como la entiende la mayoría. Como a
la que aspira, incluso, la mayoría. Relaciones armoniosas, cuidado de la
naturaleza, tratamiento eficaz de residuos. Investigar un poco sobre esas
cosas. Describirlas mínimamente, solo para asegurar su participación en la
felicidad. Cuidarse de no profundizar en aspectos políticos ni modelos
económicos. Evitar direccionar las relaciones sociales. No moralizar. Lo único
inmoral será, por omisión, no ser feliz. Toda ideología debe dejarse fuera.
Visitas a la iglesia de vez en cuando, como única excepción, pero sin ahondar
en el asunto. Nada de accidentes. Nada de enfermedades dolorosas. Las pocas que
aparezcan, deben asociarse siempre a un tratamiento. Desde la perspectiva de la
comprensión de un ciclo. Cien páginas así. Doscientas. Detención en algunos
personajes que manifiestan ritmos distintos. Todos felices, por supuesto, pero
con formas de serlo que difieren unos con otros, sin rivalizar. Toda la
felicidad es válida porque en el fondo es indivisible y forma parte de un gran
todo. Trescientas, cuatrocientas páginas. Nuevas generaciones. Nuevas
actualizaciones de un mismo ciclo. Describir las transformaciones. Quinientas
páginas, seiscientas. Ya veremos hasta dónde pueda llegar. Los hombres cortan
el césped al comienzo de cada capítulo. Sin cansarse. Con máquinas diseñadas
para ello. En la noche tienen una cena familiar. Setecientas páginas.
Ochocientas. Tomarse una pausa para revisar lo escrito. Asegurar que no haya
grietas. Taparlas, si las hay. Pensar en
la posibilidad de dividir en tomos, antes de seguir. Dos tomos. Tres tomos. Definir
el tamaño de la felicidad, aunque no debiese cansar, después de todo. Siempre
proponer una nueva entrega. Una novela feliz para un lector feliz, en resumen. Una
náusea.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Seguidores
Archivo del blog
-
►
2024
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2023
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2022
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2021
(365)
- ► septiembre (30)
-
▼
2020
(366)
- ► septiembre (30)
-
▼
junio
(30)
- Hacer lo que se pueda.
- Una llamada.
- Algunos recitales de poesía.
- Ocurría así:
- Proyecto de novela feliz.
- La bocina.
- Todos los barcos.
- Tres Smith.
- La flor como es.
- Dos.
- Una pulga, un zar y una tumba vacía.
- Un nombre en un papel.
- Al horno.
- Un pájaro azul.
- Frente a mí.
- Confío en mi incomprensión.
- Un pulpo en una botella.
- Una luna de Saturno.
- Lugares casi despoblados.
- Sueños simples.
- Como todo el mundo.
- Ninguna conclusión.
- Una luz al cerrar los ojos.
- Buenas intenciones.
- En voz baja.
- Una pistola de rayos.
- ¿Qué cosas?
- Algo en una mano.
- Mala suerte.
- El Grial bajo la cama.
-
►
2019
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2018
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2017
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2016
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2015
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2014
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2013
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2012
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2011
(365)
- ► septiembre (30)
No hay comentarios:
Publicar un comentario