-Yo creo que uno no se da cuenta -dijo M-. No al
menos si ocurre de a poco, y te vas acostumbrando al cambio.
-Puede ser -dije yo-. Pero igual es raro.
Hablábamos de P, un amigo que descubrió que estaba
viendo solo por un ojo, quién sabe desde cuándo.
-Además -continuó M-, ¿cómo puedes saber que estás
viendo solo por un ojo…? Me refiero a la diferencia entre ver con dos y ver con
uno… yo encuentro que es casi lo mismo…
Ambos cubrimos y descubrimos uno de nuestros ojos,
para determinar la diferencia. Y estuvimos de acuerdo en que no era tanta.
-De todas formas -dije yo-, es raro que P no haya
cerrado un ojo en todo este tiempo, como para darse cuenta…
-Sí… si no es por el disfraz de pirata no habría
pasado nada…
-O si se hubiese puesto el parche en el otro ojo…
Nos reímos un poco.
Habíamos estado con P cuando se dio cuenta y él
mismo se lo había tomado a la ligera.
-A lo mejor soy cíclope -nos había dicho cuando se tapó
el ojo que funcionaba-. ¿Habrá que enfrentarse a algo si uno lo es?
Luego cambió el parche al otro ojo y no pareció
darle importancia.
Estábamos en los últimos años del colegio en ese
entonces, y grabábamos un cortometraje para el que debíamos disfrazarnos.
Tras descubrir lo de P, sin embargo, recuerdo que
cambiamos el guion de la historia, aunque no le revelamos a nadie el porqué.
Ojo bueno, ojo malo, le pusimos a la obra.
No tenía un argumento muy claro, pero recuerdo que
discutíamos si la bondad o maldad estaba en el ojo o fuera de él.
No recuerdo mucho más.
Con el tiempo operaron a P, pero no recuperó la
visión.
Lo último que supe es que trabajaba en un banco.
M, en tanto, se recibió de abogado, y no lo he
visto hace más de diez años.
¿Y yo…? Pues yo he vuelto a trabajar de profe hace
unos días.
Sigo con proyectos para una gran obra póstuma.
Y tengo un blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario