"Y he aquí que había un enjambre de abejas
y miel, en el cuerpo del león".
Jueces 14:8
Leí por ahí que San Bernardo excomulgó a unas
abejas que le impedían concentrarse en su trabajo. Lo hizo mientras estaba en
un monasterio que justamente organizaba la producción de miel en la zona, en
grandes cantidades. Actuó apresuradamente, por supuesto, y fue reconvenido por
el sacerdote que regía el monasterio. Y es que, al estar excomulgadas, los
religiosos que estaban a cargo de la recolección de miel dudaron si seguir o no
empleando a aquellas abejas. Después de todo, ya no formaban parte de la
iglesia del buen Dios. Se reunieron para hablarlo y tras una larga reunión decidieron
seguir empleándolas. Poco después, comprobaron que la miel que producían era
cada vez más dulce y apetecida por todos. Hasta el Papa, quien de alguna forma
se enteró de la calidad del producto, solicitó que le enviaran cinco odres de
esa miel, y que aumentaran la producción. Los del monasterio lo hicieron, por
supuesto, aunque desconozco si informaron al Papa sobre la excomunión de
aquellos insectos. San Bernardo se fue del lugar y, tal vez para compensar, se
dice que solía hablar bien de las abejas, en sus prédicas. El monasterio, en
tanto, se quemó por completo pocos años después.
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