Un hombre de edad de avanzada llama insistentemente
a carabineros asegurando que le están robando, en su domicilio.
Lamentablemente, tras explicar que lo sustraído son
prendas de vestir y que no ha desaparecido ningún otro tipo de artículos, desestiman sus
seis primeras llamadas.
A la séptima, sin embargo, se deja constancia del
hecho y, como la víctima es un hombre de avanzada edad que vive solo, se le
señala a un par de efectivos que pasen por su casa y verifiquen que todo esté
en orden.
Un par de horas después, dos carabineros a cargo de
ese cuadrante, van hasta la casa del hombre y consiguen que este les abra la puerta
y entrar con él al living del lugar.
El hombre mayor –poco más de 80 años se escribirá
en el informe-, les ofrece a los carabineros algo de beber, mientras comenta
que no se ha sentido bien últimamente, principalmente por el calor y la
sensación de ahogo que ha sentido con este clima.
Los carabineros ven moverse lentamente al hombre,
quien al parecer no se percata que lleva puestas una gran cantidad de prendas
de vestir, que dificultan incluso su movilidad, al interior del domicilio.
De esta forma, tras percatarse que el hombre no es
consciente de su situación, los carabineros toman su declaración, sin decirle
todavía que las prendas desaparecidas que describe, parece llevarlas puestas en
ese mismo instante.
Como información extra de contacto, los carabineros
consiguen con el hombre el número telefónico de su hijo al que intentan
contactar, minutos después, para que haga una visita a su padre y se haga cargo
de su situación.
Al mismo tiempo, llenan unos papeles para derivar
el caso al asistente social adjunto de la comisaría quien visitará al hombre
durante las próximas 72 horas, para verificar si la situación presenta alguna
mejora.
Uno de los carabineros que hizo la visita, sin
embargo, no deja de pensar en el viejo. A raíz de esto, en su día de descanso,
decide hacer una visita al hombre, vestido de civil.
Este es el comienzo de la historia.
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