“Pero el mundo irreal era mucho más grande
que el mundo real, y había en él sitio más
que suficiente
para ser uno mismo y para no ser uno mismo
a la vez”
P. A.
I.
Me llevaron donde una vieja para que me viera la
rodilla.
Un par de horas antes, caminando por una especie de
bosque, cerca de un lago, metí una pierna en un agujero, y la rodilla de esa
pierna se salió de su sitio.
Traté de acomodarla yo mismo, pero no pude, o lo
hice mal, pues la rodilla siguió en un lugar que no era el que le correspondía.
Mientras estaba así, en el suelo, mi hijo, que me
acompañaba en la caminata, fue por ayuda.
Media horas después, más o menos, llegó con un
hombre que me ayudó a ir donde la vieja.
II.
La vieja miraba todo el tiempo hacia el suelo y me
hizo tender en un catre, que parecía militar.
Estaba tomando mate y se sentó a un lado.
Poco después comenzó a palpar la rodilla.
-Si no duele es que está muerto –me dijo, luego de
que me quejara un poco.
-Una vez atendí un muerto –agregó-. Le acomodé la
cabeza en su sitio y hasta le arreglé la columna porque le había caído un árbol
encima.
Fue al terminar esa última frase que me volvió la
rodilla a su sitio, estirándola hacia un costado y cargándose bruscamente sobre
ella.
Luego nos preparó un mate y nos sentamos con mi
hijo, en su mesa.
III.
Me parecía extraño que la rodilla no doliese en lo
absoluta aunque de todas formas, por resguardo, trataba de no moverla
demasiado.
-Camine tranquilo –me dijo-, en este mundo su
rodilla siempre estuvo bien.
Mi hijo me miró y yo no dije nada, pues la
experiencia nos ha enseñado a no indagar en asuntos extraños.
-No iba a quedar bien así que dejé a ese usted en
otro mundo –agregó, mientras servía más mate-. Mañana vaya y tape bien el
agujero, si quiere que su otro usted no regrese.
No le dijimos que sí abiertamente, pero asentíamos
mientras tomábamos el último mate. Luego nos fuimos del lugar.
IV.
Como viajamos esa misma noche, no pude cumplir con
lo que me dijo.
Fue entonces que, mientras leía un libro de Auster,
di con la frase que está en el epígrafe y se la mostré a mi hijo.
-Si este es el mundo irreal no habrá problema
alguno –me dijo.
-Esperemos que así sea –dije yo.
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