-Me compré una máquina que no hace nada –me dijo-.
O tal vez hace algo que no percibo, no sé. O sea, funciona el botón de
encendido y se ilumina una luz, pero con el otro no sé… lo apretó y no percibo
nada…
-¿Tiene solo dos botones? –pregunté.
-Sí, dos…
-¿Y para qué te la compraste si no sabías?
-No sé… se veía grande, bonita… además la cambié
por puntos, no era dinero real…
-¿Y por qué no la llevas a la tienda y preguntas?
-Porque me da vergüenza, no sé… -contestó-. A veces
pienso que es una especie de máquina placebo… que en realidad no hace nada,
pero uno puede pensar que hace algo… entibia el ambiente, o lo enfría, o
purifica el aire…
-Pues tal vez el problema no esté en la máquina –le
dije.
-¿Y entonces?
-No sé… Tal vez el problema está en las cosas que
hacemos y no hacemos… O en eso que no sabemos que hacemos, que no se percibe…
como con la máquina… -intenté explicar.
-No entiendo… ¿Qué el botón no sea un botón, dices
tú…?
-Olvídate de eso. No pienses en la parte, me
refiero… piensa en la máquina… piensa incluso que tú eres esa máquina…
-¿Quieres que sea empático para que la entienda? –preguntó.
-Te hablo en serio… Piensa que si eres esa máquina…
al menos deberías simular que funcionas… que tienes alguna función…
-¿Aunque no sirva para nada?
-Claro… haría un ruido… no sé… Para que no me
destruyan, al menos… Sí… Yo haría eso si fuese una máquina…
-Si fueras una máquina funcionarías… el problema es
mi máquina…
-Bueno, si fuera esa máquina fingiría que sirvo para
algo, más allá de una simple luz y un botón placebo…
-¿Y cómo se hace para simular que sirves para algo?
–volvió a preguntar.
-¿Cómo máquina?
-No... como humano –me dijo-, como uno que no
funciona y finge que funciona…
-Pues mira… -le dije-. Así:
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