Francisco se despertó llorando porque soñó que
estaba arriba de un camello.
En principio no suena tan terrible, pero según
explicó el problema era que no se podía bajar.
Además el camello trotaba de una forma que lo hacía
ir incómodo, e inseguro.
Mientras almorzaban su familia le pedía detalles
del sueño, pero Francisco no lo recordaba del todo.
Es decir, recordaba que el camello lo había llevado
por la ciudad e incluso estuvieron en medio de una carretera, pero no sabía de
dónde había aparecido ni cómo él había ido a parar arriba del animal.
Mientras contaba esto, por cierto, Francisco se
mostraba incómodo, como si reviviese la sensación de inseguridad que vivió en
el sueño.
Por esto, sus hermanos se burlaron de él y hasta buscaron
imágenes en el celular, para que lograra identificar al camello en el que había
andado.
Molesto, Francisco abandonó la mesa y se fue a su
cuarto, con gran rabia hacia el camello ese, del sueño, que lo había dejado en
ridículo antes su familia.
Fue así que un par de días después, cuando se sorprendió
soñando nuevamente con el camello, se dispuso a no dejarse amedrentar.
Así, montado ya en el animal, Francsisco sacó de
entre sus cosas un cuchillo, con el que se dispuso a acuchillar al camello, al
interior del sueño.
Con rabia, enterró una y otra vez su cuchillo en
cada una de las dos jorobas del animal, acción que lo desgastó sobremanera ya
que las jorobas eran duras y poder acuchillarlas requería un gran esfuerzo.
Finalmente, ante los bruscos movimientos del animal
cada vez que era acuchillado, Francisco terminó cayendo, y despertando al mismo
tiempo, en la vida real.
Horas después, mientras estaba con sus hermanos, él
les contó cómo había acuchillado las jorobas del camello, y se sintió todo un
héroe.
El camello, por cierto, nunca volvió a visitarlo.
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