I.
Fueron a pescar y encontraron un muerto, como en el
cuento de Carver.
Estaba en la orilla del río, aprisionado entre unas
rocas.
Le sacaron unas fotos y uno de ellos llamó a la
policía.
Tras un par de horas llegó la policía y unos
cuantos periodistas de tv.
II.
Los entrevistaron a todos, pero luego no salieron
por tv.
Al parecer debían dar primero su declaración ante
un fiscal de la república.
Y es que descubrieron que el muerto tenía dos
agujeros de bala en la cien.
Como si se hubiese suicidado dos veces.
III.
Ese fue el titular de un diario al otro día.
Encuentran en río a un hombre que se suicidó dos
veces.
Y si bien podía sonar a broma, en la noticia se
abordó seriamente esa hipótesis.
De hecho, con el tiempo, fue así como se cerró el
caso.
IV.
Ellos siguieron de cerca el caso, pero les
prohibieron hablar con la prensa.
En tanto, un doctor salió en tv hablando sobre la
posibilidad de dispararse dos veces en la cien.
Se comentó también, a modo de anécdota, sobre los
decapitados que seguían vivos durante un tiempo.
Y hasta acompañaron la nota con imágenes de una
gallina descabezada, corriendo de un lugar a otro.
V.
Ellos fueron a pescar un par de veces más y surgió nuevamente
el tema del muerto.
Esto trajo problemas, pues algunos simplemente no
querían hablar y otros creían que se había ocultado algo.
Sea como sea
si está muerto es que se lo merecía, dijo uno de ellos.
Fue entonces que comprendieron que debían olvidar
el asunto si no querían terminar peleándose, entre ellos.
VI.
El nombre del muerto nunca salió en televisión.
Ni siquiera ellos, que lo encontraron, supieron
finalmente de quién se trataba.
Tampoco aparecieron familiares ni información
alguna que pudiera dar pistas sobre la identidad del muerto.
Todos se olvidaron del asunto, en resumen, porque
no había otra opción.
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