La abuela Regina tiene seis nietos.
Dos de ellos viven en Santiago y los otros cuatro
cerca de ella, en Puerto Montt.
Como ella está de cumpleaños en enero, sus nietos
suelen juntarse en las vacaciones y organizan desde hace años una celebración para
la abuela, donde asisten además, la mayoría de sus familiares.
Este último verano la abuela cumplió noventa años,
por lo que su cumpleaños pareció todavía más especial.
Llegaron así, hasta el lugar, gran cantidad de
parientes y hasta un grupo de mariachis, que contrataron algunos de sus hijos, para
la ocasión.
Por su parte, los nietos se organizaron y le regalaron,
entre todos, un celular a la abuela.
Compraron uno especial, con números grandes, pero
que tiene además variadas funciones que intentan, poco a poco, enseñarle.
Enviar mensajes, conectarse a internet, memorizar
números… funciones relativamente básicas, pero que la abuela nunca ha conocido,
anteriormente.
Por lo mismo, a la abuela parece costarle aprender
todo eso, y se ve algo molesta, mientras intentan enseñarle.
De todas formas, la abuela no es muy amistosa que
digamos, y su molestia parece estar presente desde que comenzó la fiesta.
¿Cómo se hace
si uno está y no se quiere contestar? –preguntó entonces la abuela, sin
expresión alguna en su rostro.
Finalmente, como nadie le contesta pues piensan que
bromea, algunos van a buscar la torta, para cantar el cumpleaños.
La abuela está seria y no parece que vaya a querer
soplar.
Los demás, en tanto, cantan con aparente
entusiasmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario