Tengo un alumno que cuando cuenta hasta el veinte
vuelve al uno. Sin darse cuenta, me refiero. Es decir, comienza contando
normal, pero cuando debe decir veinte vuelve a decir uno, y a comenzar nuevamente
hasta que uno lo detiene. Él sabe de su problema, pero no es capaz de
comprenderlo del todo. Justamente porque no es consciente cuando él lo realiza.
En el fondo -me explica la psicopedagoga mientras conversamos sobre él-, le
ocurre una especie de reseteo, afectando su memoria inmediata, pero sin tener
incidencia en sus recuerdos mayores o en sus capacidades cognitivas. Por lo
mismo, su particularidad no deja de ser solo eso; una anécdota. Una historia
extraña que su madre nos cuenta y que creerla cierta hasta que yo mismo la
compruebo pidiéndole al niño que cuente hasta veinte, durante el recreo. De
esta forma –si bien debo reconocer que dudé un tanto-, pude comprobar que mi
alumno realmente padecía esto… De hecho, estuvo todo el recreo volviendo al uno
cada vez que llegaba al diecinueve, hasta que tocaron el timbre para volver a
clase y él no entendía por qué el recreo había sido tan corto. Investigando un
poco más sobre el tema, esta tarde, me encuentro con la sorpresa que ese
mecanismo existe en todos nosotros. No en el número veinte, por supuesto, pero
sin duda conlleva los mismos efectos. Un número mayor, una palabra… quién sabe.
Solo cuando alguien nos ve y nos detiene, nos enteramos. Aunque claro, eso no
implica, necesariamente, que queramos detenernos.
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Así es... en todas nuestras relaciones, cuando dejamos que se repitan las mismas historias... nos reseteamos y olvidamos, volvemos a 1 o incluso a 0. Boicot mental, lo conoces?
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