I.
A una princesa egipcia cuyo nombre no viene al caso
se le atribuye la invención del cojín.
Se cuenta que esta princesa habría coleccionado
plumas traídas de distintos lugares del mundo, y que estaba tan obsesionada con
esta afición, que ofrecía placeres
carnales a cada extranjero que le trajese una pluma que no tuviese en su
colección.
De esta forma su colección fue creciendo hasta que
su padre –un faraón cuyo nombre no queda establecido en los relatos antiguos-,
se enteró de la situación y prometió darle 10 azotes por cada pluma que
encontrase en su habitación.
Fue entonces que la princesa, asustada, buscó
algunos sacos para guardas las plumas, y los selló a partir de una rápida
costura.
Por último, para que su padre no los registrarse,
fingió estar dormida en su habitación, apoyando su cuerpo y cabeza en esos
sacos con plumas, para evitar que su padre pudiese registrarlos.
II
Otra variable de esta historia es la que señala que
esta misma princesa habría coleccionaba aves extrañas, obtenidas tras los
mismos procedimientos.
Por eso, y ante la inminente visita del su padre
que había prometido azotarla si descubría estas aves, la princesa habría
desplomado a todas las aves –que hasta entonces había mantenido en jaulas o en
libertad restringida al interior de su pieza-, y habría guardado las plumas en
unos sacos de tela, que selló con costuras.
Asimismo, había dejado huir a esas aves desplumadas
diciendo que se trataba de extrañas ratas que habían entrado al palacio, posiblemente
para llevar alguna peste, hasta la población.
.
III.
Antes de dormir con cojines, se dormía sobre
piedra.
Por esto, se decía que los sueños se originaban a
partir del contacto de la piedra con el hombre.
Lamentablemente desde la invención del cojín se
habría perdido esta tradición.
Puede que uno de estos días comencemos una especie
de campaña por reponer la abolición del cojín y el reencuentro con esas
antiguas tradiciones.
Habrá que perseguir un bien, como les decía, al
menos en ese entonces.
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