I.
Las cosas se mueven.
Incluso si las miro, se mueven.
Su misma existencia niega la quietud.
Un latido silencioso es el motor que las impulsa.
II.
El movimiento de las cosas es más real que las cosas mismas.
El movimiento de las cosas es más demostrable que las cosas mismas.
El movimiento de las cosas es más esencial a las cosas que la
naturaleza de las cosas mismas.
III.
El mundo está hecho de cosas.
El mundo está hecho de cosas que se desplazan.
El mundo está hecho de cosas que se desplazan por el mundo.
Reducción al absurdo.
El mundo no está hecho.
O no está del todo hecho.
IV.
Como el movimiento de las cosas es el que crea el mundo,
es necesario que dicho movimiento se desarrolle en al menos dos
dimensiones.
La primera de ellas dice relación a una distancia de sucesión espacial
inmediata.
La segunda dice relación con un desplazamiento trascendente temporal
inverso.
Esta última dimensión del movimiento de las cosas, por cierto,
permite que el mundo donde dichas cosas se desplazan, exista.
Esto último, sin embargo, no es absolutamente necesario.
V.
Las cosas se mueven
Unas frente a otras, las cosas se mueven.
Más aún, las cosas se mueven como si formaran parte de una danza.
Reconocer el movimiento, sin embargo, no es equivalente a comprender la
danza.
Un latido subterráneo y trascendente es quien las impulsa.
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