Un gato llamado Hitchcock se atoró con un ratón.
Leo la historia en un diario que incluye historias
insólitas.
Hay una foto del gato echado sobre una alfombra, mirando
directamente a la cámara.
La dueña del gato es una mujer inglesa cuyo nombre
ahora no recuerdo.
Lo insólito de la historia es que el ratón vivió en
la garganta del gato por toda una semana.
Su dueña lo notaba respirar con dificultad, pero no
le dio mayor importancia.
Sin embargo, como al pasar los días la dificultad
no cedió, terminó por llevarlo al veterinario.
Fue ahí que le informaron que Hitchcock tenía un
ratón en la garganta.
Un ratón pequeño, por supuesto.
La dueña, entonces, no habría entendido que el
ratón estaba vivo hasta que se lo entregaron, junto con el gato.
Ambos animales se habrían mirado, desconfiados,
pero –según el testimonio dado por la dueña-, ni uno atacaba, ni el otro huía.
Posteriormente, –aunque esto me parece más bien
dudoso-, la dueña de HItchcock se habría llevado al gato y al ratón hasta su
casa.
Por último la noticia, si bien no cuenta mucho más,
concluye señalando que ahora los tres viven juntos, en una casa antigua, de
Londres.
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