A diferencia de lo que muchos creen, Honoré Subrac
no es un personaje ficticio creado por Guillaume Apollinaire en uno de sus
relatos, sino que, muy por el contrario, fue una de las personalidades belgas
más extravagantes y tácitamente influyentes de finales del siglo XIX.
Médico de profesión, bailarín flamenco por vocación
y humanista por naturaleza, este personaje belga sorprende entre otras cosas
por la llamada “Teoría de la comprensión total”, redactada a lo largo de sus
últimos doce años de vida, mientras vivió en la localidad portuguesa de Sintra,
donde se retiró a vivir por autorecomendación médica.
En dicha teoría, el doctor Subrac propone un
extraño proceso de mímesis, a través del cual el individuo que la realiza puede
formar parte de aquel o aquello, que
está determinado a comprender.
Así, para el desarrollo y dominio de esta técnica,
el sujeto debe tener, en principio, la voluntad plena de expandir su manifestación
física realizando un “estiramiento voluntario” –concepto no descrito por el
autor-, que lo lleve a compartir la manifestación del sujeto u objeto de estudio.
Lo inconcebible de este hecho, sin embargo, parece
contradecirse por apuntes del propio Subrac en los que describe el éxito
parcial obtenido en varios de sus procedimientos, entre los que menciona la
comprensión total de los siguientes sujetos:
a) un guardia del castillo de Pena,
b) una mesa de hierro del siglo XVI, y
c) una pequeña lechuza blanca encontrada en las cercanías del Duero.
a) un guardia del castillo de Pena,
b) una mesa de hierro del siglo XVI, y
c) una pequeña lechuza blanca encontrada en las cercanías del Duero.
En los casos anteriores, por cierto, el médico
belga reconoce importantes fallas en el proceso de retorno o “retraimiento
voluntario”, realizado para regresar a su manifestación física original. Así,
en el caso del guardia, por ejemplo, Subrac describe el no retorno de un dedo
meñique, mientras que en el caso de la lechuza blanca, la movilidad de uno de
sus pies (de los pies del doctor) se habría visto perjudicada
irreversiblemente, adoptando desde entonces una postura curva que lo
acompañaría hasta el momento de su muerte.
Afortunadamente, según señala en uno de sus últimos
apuntes, las fallas anteriormente descritas le permitieron desarrollar una
nueva técnica de baile, que pasaría a ser la base de una importante escuela
portuguesa de flamenco, que perdura hasta el día de hoy.
Dicha escuela, por cierto, realizará una
presentación justamente el próximo fin de semana, en la ilustre municipalidad
de Peumo.
Si bien la presentación es gratuita, si menciona
que lee ordenarlabiblioteca, obtendrá un veinte por ciento de descuento.
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