I.
Escribes con los ojos cerrados.
Tecleas, más bien.
Los ojos lloran por un resfrío o quién sabe si por alergia u otro
problema similar.
No hay para qué complicarse.
Una narración breve tal vez, de una chica estacionando un auto.
Una imagen, casi.
La imagen de una chica que también cierra los ojos, en el auto.
Desde hace un par de días que me fijo.
Ocurre en el pequeño estacionamiento que hay fuera del colegio en que
trabajo.
Aunque claro, es apenas una imagen.
O bueno… tal vez un poco más.
Es la chica que estaciona con los ojos cerrados.
II.
Descubro a la chica una mañana justo mientras
estaciona.
Algo me lleva a mirarla, tras el vidrio, totalmente
concentrada.
Sus ojos están cerrados y va en reversa y logra
ocupar de forma perfecta el pequeño espacio destinado.
Sin abrir los ojos, termina de estacionar el auto
hasta tocar suavemente con las ruedas el borde de la acera.
Solo entonces, apaga el motor y abre lentamente los
ojos.
Por último, se baja del auto y hace descender también a una chica
pequeña, que debe ser su hija.
III.
Ya he visto unas tres veces a la chica que estaciona con los ojos
cerrados.
De hecho, debo admitir que la busco en la mañana,
mientras trato de poner atención a su maniobra.
Y es que ella sabe exactamente el
espacio que ocupa, me digo.
De esta forma, es como si cada mañana observase detenidamente una
metáfora que no me interesa descifrar.
Es más puro de esa forma.
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