“Vamos matando a nuestros pequeños dragones,
mientras el grande acecha”
Ch. B.
En un principio, no logran ponerse de acuerdo sobre
el color con el que pintarán su casa.
Se trata de renovarla, claro, pues la pintura antigua
ya duró varios años y está incluso algo descascarada.
Finalmente, tras haber pensado en más de quince
opciones, ambos escogen un color que consideran más alegre y compran varios
galones, según los cálculos.
Posteriormente, como la tienda ofrece servicio de pintores
a un precio accesible -hay descuento si se compra la pintura en el mismo lugar-,
ellos contratan a dos personas para que vayan a pintar, en un par de días.
Debido a eso, para poder estar presentes cuando los
pintores comiencen a trabajar, ellos acuerdan pedir permiso en sus trabajos
para llegar un poco más tarde, ese día.
-Va a ser necesaria sacar la pintura anterior –fue lo
primero que dijeron los pintores.
-La de ahora es más clara… si la pintamos así no
tomará bien el color –explicaron.
Fue entonces que comenzó una negociación sobre el
precio que supondría el desgastar la pintura anterior, para sacarla, lo que
encarecería el precio del trabajo hasta prácticamente el triple de lo acordado
en un primer momento.
Sin embargo,
tras algunos minutos en que lo hablaron a solas, ellos decidieron pintarla simplemente
sobre el color de antes, pues pensaron que los pintores exageraban sus
advertencias.
El proceso de pintado duró tres días, durante los
cuáles no hubo mayores contratiempos.
Y si bien, el tono que adquirió la casa no fue del
agrado de ninguno de ellos, guardaron silencio al respecto, y hasta comentaron
con el otro que todo había salido de maravilla.
Con el tiempo, por supuesto, dejaron de pensar en ese
asunto.
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