Una vez escuché a un profesor un tanto tétrico.
Era de biología, me parece.
El punto es que explicaba esa vez el sistema
circulatorio.
Habló de glóbulos, plasma, venas y arterias.
Todas esas cosas que a veces se veían, por debajo
de la piel.
Yo tomaba apuntes igual que otros en la sala.
Entonces, no sé bien por qué, el profesor hizo una
comparación.
Primero, habló de los glóbulos rojos como pequeñas
ratas rojas.
Luego, habló de los glóbulos blancos como pequeñas
ratas blancas.
Imaginen que esas cosas corren por dentro de sus venas,
nos dijo.
Y claro, yo lo imaginé tal cual.
El resto de la clase no dejaba de mirar debajo de
mi piel.
De intentar mirar me refiero.
Luego de la clase salimos a recreo y recuerdo que
me fije en los otros, para ver si había alguno que estuviera afectado.
No me pareció reconocer a nadie.
Todos salían como siempre.
En tanto, yo los miraba mientras los ratones
corrían por mi cuerpo y se aglomeraban en mi corazón donde erran arrojados, de
un ventrículo a otro .
Una vez hice hasta un dibujo de aquello.
Y debo haber soñado también, con aquello, un par de veces.
Con el tiempo, las sensaciones fueron menos desagradables, pero lo
cierto es que la imagen no desapareció, en lo absoluto.
En cambio, supongo que nos fuimos asimilando con esas ratas, poco a
poco.
Con todo, un día nos separaremos.
Hoy no es, sin embargo, aquel día.
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