Fui a ver una obra basada en Así hablaba Zaratustra. Se desarrollaba en las laderas de una
pequeña colina, cerca de Santiago. La obra debía comenzar al amanecer, así que
llegamos cuando aún estaba oscuro y acampamos cerca. Era un proyecto de unos
actores de México y unos asiáticos que están aún perfeccionando el montaje.
Esperamos un rato hasta que nos llevaron a nuestros
sitios. Eran unos bancos de tela, a poca altura del piso. Hacía frío.
Frente a nosotros, en lo alto, un hombre se veía
sobre la colina. Aparentemente estaba hablando, pero no se escuchaba una
mierda.
La gente se miraba y no comprendía. Yo intentaba
concentrarme para no sentir el viento.
Seguían pasando los minutos.
Entonces comencé a fijarme detenidamente en el
hombre y me di cuenta que sí… él realmente estaba hablando. Me refiero a que le
veía mover los labios, al menos, en la distancia.
Cerca de nosotros se encontraban unos parlantes,
pero no sabía si debían reproducir o no esas palabras.
Dejamos pasar otros minutos.
Parece que
ese que habla allá es Zaratustra, le decía alguien a una chica.
Nadie se atrevía a hablar, en voz alta.
Estaba amaneciendo.
Por mi parte, no sabía si aquello sucedía así de
gusto y se trataba de una de esas obras conceptuales, o algo así…
Finalmente, luego de otros minutos bajó un tipo que
estaba en sector cercano a Zaratustra y pidió disculpas. Dijo que había fallado
el sistema de sonido, y que lo sentía enormemente.
Alguien intervino y preguntó si no podíamos
acercarnos a Zaratustra, para escucharlo hablar.
El hombre contestó que no, explicando que la falla
en la amplificación influía enormemente en el aspecto estético de la obra y que
no valía la pena desarrollarla así.
Yo, en tanto, seguía pensando que quizá se tratase
de un plan. De un experimento donde la voz de Zaratustra no puede llegar hasta nosotros.
Por lo mismo, miraba hacia todos lados en busca de alguna cámara, u otro
público, o algo así.
Me equivoqué en eso, sin embargo.
Así, pasada una hora nos volvieron a pedir disculpas
y nos devolvieron el dinero.
Con el dinero fui a tomar desayuno en una bencinera
del sector. Al mismo lugar llegaron otras personas que iban de público y hasta
el tipo que hacía de Zaratustra, que se sentó lejos de nosotros y pidió unas
medialunas.
El café estaba amargo y era agradable.
El sol de la mañana me llegaba justo en el rostro.
Zaratustra.
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