Uno ve cuando el otro no ve.
No sé cómo explicarlo.
Nunca dos, digamos.
Nunca dos al mismo tiempo.
Decirlo es un lío, pero es fácil de entender.
Fácil cuando se quiere entender, por supuesto.
Uno ve cuando el otro ve.
Y el otro ve después, claro, cuando el uno deja de
hacerlo.
No hablo de ver el mundo.
No hablo de ver las cosas.
Hablo justamente de ver al otro que no ve.
Y entonces el que ve cree que el otro no ve nunca.
Y la soledad lo ciega o la molestia y es entonces
que deja de ver.
Y el otro ve, si es que quiere hacerlo.
Y cuando lo hace ve al que vio primero sin ver.
Y lo ve confundido.
Molesto incluso por algo que no comprende.
Porque no puede comprender que el otro se moleste porque
él mismo no vea.
Le parece absurdo porque está viendo ahora.
Y porque no es consciente, por supuesto, que hasta
un momento atrás, no veía.
Uno ve cuando el otro no ve.
Nuca ven los dos al mismo tiempo.
A veces no ven ambos y no sé si es menos triste.
O todo es triste.
O ya ni sé cómo decirlo.
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