Hace galletas de navidad todos los años.
Le enseñaron de pequeña, aunque en asuntos de
decoración ha sido más bien autodidacta.
Fue mejorando la receta con el tiempo y practica
algunos cambios cada año, a partir de septiembre.
Este año, por ejemplo, varió la cantidad de
jengibre y agregó un toque de miel, en la pasta para el decorado.
Por lo general acostumbra a terminar,
en detalle, cien galletas.
Y realiza diez diseños diferentes.
Hace pequeñas cajas en las que
mete diez de ellas y las regala a sus seres queridos.
Por lo general no tiene problemas
con la lista, aunque este año puede que sobren galletas.
Se ha divorciado en abril y su
hijo mayor se ha ido a estudiar a Australia.
Le preguntó por las posibilidades
de enviar las galletas, pero su hijo le dijo que no se preocupara, pues enviar
alimentos podía resultar complicado.
Además dudó bastante si enviar o
no a su hermana, pues discutieron las dos veces que se reunieron este año.
Finalmente, sin embargo, optó por
enviarle las diez que consideró menos perfectas.
Así, finalmente, este año, solo ha
decidido enviar a ocho personas.
Confeccionó igualmente, en todo
caso, las diez cajas, por lo que dos de ellas parecen mirarla, desde el mueble,
como animales abandonados.
Yo le diría que se deje una para
ella misma y me dé otra mí, pero tal vez sea demasiado compromiso.
Además, las galletas están tan
bien terminadas que me apenaría comerlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario