No escribí y el cuerpo se me descompuso.
Aunque algunos podrían pensar que fue al revés.
Tengo fiebre, vómitos y sudo a cada instante.
Y las páginas en blanco se suman y uno no es capaz
ni de pensar en eso.
Trato de escaparme del cuerpo descompuesto.
Pero cuando el cuerpo se me descompone todo yo soy
cuerpo.
Y la fiebre me limita y el espíritu no se
manifiesta.
Y sobre los hombros un peso extraño se posa, como
hundiéndome en mí mismo.
Antes yo mismo pensaba que el mal del cuerpo era
primero.
Y que luego, claro está, venía el no escribir.
Pero uno se deja de mentir, con el tiempo, y la
verdad aflora.
Pero escribir para evitar que esto ocurra, no es
honesto en modo alguno.
Si hubiese escrito habría vencido al cuerpo.
Y la descomposición se habría asentado, de hacerlo,
en otro sitio.
Pero no escribí y el cuerpo se me descompuso.
Y el dolor parece tener más significado que todo lo
que alguna vez, he escrito.
Y claro, es en estos momentos cuando pienso.
Que cuando escriba nuevamente debo hacerlo sin
escapar del dolor.
En medio del vómito, sudoroso y con la fiebre en su
punto más alto.
Y la verdad se acerque, nuevamente, a calmar la
carne.
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