Como quería tener cajones para todo, hice muebles
extraños.
Cajoneras con decenas de compartimientos para
guardar de forma específica cada una de mis pertenencias.
Siempre pensé que tenía pocas cosas, hasta que me
encontraba con la necesidad de hacer un nuevo mueble.
Y luego otro.
Quienes venían a casa se detenían a observar los
muebles y a veces pedían sacar fotos.
Incluso en ocasiones me mandaban copias, y yo las
guardaba en un cajón determinado.
Con el tiempo, sin embargo, la casa se fue haciendo
pequeña e intenté detener la construcción.
De hecho, lo que hice realmente fue detener la
adquisición de cosas.
Incluso, comencé a eliminar a algunas que no
lograba determinar dónde debía guardar.
Algunos amigos se preocuparon e intentaron que me
hiciese ver.
Con el tiempo, accedí a ir a un doctor para
explicar qué me sucedía.
Llevé fotos de los muebles y hasta me acompañó una
amiga, para que asegurar mi asistencia.
El primer doctor me derivó a otro y el otro después
de varias sesiones me dio a tomar tres tipos de pastillas.
Para guardarlas me regaló un objeto que tenía tres
compartimientos, uno para las pastillas de cada tipo.
Tres cajitas, digamos.
Las tomé por dos meses y luego las dejé en el cajón
con las otras pastillas que ya no tomo.
Mis amigos creen que estoy mejor y nos juntamos a tomar
de vez en cuando.
Ninguno se ha matado, todavía, aunque uno murió en
un accidente.
Cada uno se arma la vida como puede.
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