Tomo una cerveza con un conocido bastante melodramático.
Conversamos un poco.
-El otro día fui al casino –me dijo-, me fue como
la mierda.
-¿Perdiste tu dinero?
-No, pero fue peor… estuve como siete horas, hasta
que me pidieron que me fuera, porque iban a cerrar…
-¿Y?
-Y nada… había comprado fichas y cuando las fui a
cambiar recién me di cuenta…
-¿De qué?
-De que tenía exactamente lo mismo que cuando
empecé… ¡exactamente lo mismo, hueón…! Y eso que gané y perdí varias veces…
-¿Y eso es malo?
-Malísimo po, hueón… perdí todo un día, pa quedar
igual al final…
-Mmm…
-¿No lo encontrai terrible?
-Eh… o sea sí, un poco, pero podría haber sido peor…
-La sensación fue horrible, hueón… perder hubiese
sido mejor, en serio… al menos algo hubiese pasado… pero cuando llegué a contar
la última ficha y me di cuenta… fue como haberse reencarnado en la misma hueá…
-¿Cómo…?
-Como haber vivido una vida y después renacís otra
vez en la misma vida…
-Pero uno se reencarna, se supone, en un ser, no en
una vida…
-La misma hueá no más… el punto es que es la misma…
Iba a discutir su punto de vista, pero al final no quise.
Preferí dejarlo así, con su sensación de mierda.
Mientras terminaba la cerveza escribí una especie de cuento en una
servilleta y se lo dejé encima de la mesa.
Luego me fui.
Al final de todo intentó
ahorcarse, pero la cuerda se cortó, decía el cuento.
Nunca supo si eso fue buena o
mala suerte.
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