"Todos los hombres sueñan..."
M. A., No 5, 1953
Me gusta leer revistas de divulgación científica
antiguas. No solo por fijarme de qué forma iban desarrollándose adelantos en
ese entonces sino para apreciar, principalmente, de qué forma imaginaban y/o
proyectaban los hombres de antaño, su futuro.
Cómo imaginaban los vuelos tripulados al espacio, por
ejemplo, o cómo proyectaban la educación, los medios de comunicación, las
relaciones humanas y hasta el concepto de felicidad, establecido siempre –ingenuamente
quizá-, como fin último de la existencia humana.
Y es que a fin de cuentas, su futuro, es ahora nuestro
presente.
De esta misma forma, me resulta agradable ver cómo conviven
en muchas de esas publicaciones, editoriales que hablan de un nuevo siglo lleno
de metas cumplidas, o que, incluso, abren espacio para la inclusión de relatos
de ciencia ficción donde el cuestionamiento moral del desarrollo humano no deja
de ser la mayor preocupación, mientras que los adelantos tecnológicos solo operan
como telón de fondo para los hechos narrados.
Hoy mismo, por ejemplo, leyendo algunos números de
la revista Más Allá, del inicio de
los 50´, no puedo sino disculparme, ante
ellos, por lo que no llegamos a hacer. Porque no luchamos, como sociedad, por
nuestros sueños. Porque olvidamos asombrarnos. Y porque dejamos, en definitiva,
el cuestionamiento moral en un plano secundario.
Este fue el mundo nuevo, digamos, en resumen.
Y es que ni siquiera soñamos -o no como se debe soñar al menos-, con uno
distinto.
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