Lo operaron porque había nacido con una especie de
cola. Corta en un inicio, pero luego creció junto con él y hubo que extirpársela
cuando alcanzó los cinco años. Todo se mantuvo en relativo secreto hasta ese
entonces, para que no apareciera la prensa o el niño se viese perjudicado de
alguna forma. Una de las complicaciones que se preveía era la presencia de
huesos en la cola. Una pequeña unión que estaba conectada con sus vértebras,
casi como una prolongación de la columna. Así y todo, tras varios estudios, se
decidió que la operación era viable y se procedió a la amputación. La operación,
dividida en tres partes, duró más de nueve horas y de ella quedó registro
audiovisual tras la autorización de los padres. Una semana después, el niño fue
dado de alta, sin mayores complicaciones.
El niño entró a la escuela poco después de su
operación. Se integró a ella normalmente, sin tener inconvenientes con adultos
ni con otros niños. Durante el primer tiempo se dibujó un par de veces con cola,
aunque luego dejó de hacerlo. En el colegio sabían que había sido operado, pero
no mayores detalles sobre aquello que le habían extirpado. Se le veía una leve
cicatriz, apenas, en la base de la espalda. Era un niño más, digamos, entre los otros. Su situación no daba siquiera, como puede observase acá, para una mínima historia.
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