“Una vez,
mientras contaba lo sucedido,
me dijo que su historia
había tenido un final feliz”
Fue al doctor porque le dejaron de crecer las uñas
y el pelo. Tras varios meses en que no se percató, un peluquero amigo le hizo
un comentario y comenzó a observarse. Tras comprobar que era cierto se pidió
permiso en el trabajo y fue al médico. Entonces se realizó varios exámenes y
hasta comenzó a rezar nuevamente después de varios años. Al parecer, él pensaba
que se trataba de un tipo de cáncer. No se lo dijo a nadie, pero siempre creyó
que lo que le ocurría era síntoma de algo grave. Finalmente, los exámenes
arrojaron que no se trataba de algo peligroso, sino de falta de colágeno y
otras sustancias. Le dijeron que estuviera tranquilo, que comprara unos
suplementos y de todas formas agendó nuevos exámenes. Pasaron varias semanas y
la situación no mejoró. Diariamente medía el largo de su pelo y observaba sus
uñas, pero no registraba cambio alguno. No dio detalles en su trabajo ni en su
familia, pero todos se daban cuenta que él ya no era el mismo. Los nuevos
exámenes volvieron a descartar situaciones de peligro, pero él no confiaba en
ellos. Cambió de doctor y renovó exámenes. También cambió su alimentación y
hasta sus hábitos diarios. Horas de sueño, actividad física y reuniones
sociales. Finalmente, tras más de un año sin mejoras, un día descubrió que el
pelo había crecido. Luego lo notó en sus uñas. Semanas después dejó las
pastillas e incluso debió ir al peluquero. Volvió a cortarse las uñas. Se
sintió mejor las primeras semanas aunque luego el alivio dejo de ser novedad.
Volvió a centrarse en su trabajo y su vida familiar. Les confesó incuso, a modo
de anécdota, lo que le había ocurrido durante aquel tiempo. Nadie le dio mayor
importancia y hasta se sintió absurdo de haberse preocupado. Así, poco a poco, volvió
a ser el mismo.
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