I.
-Ayer fui donde F., para que me leyeran la mano.
-¿Crees en esas cosas?
-No. Pero fui igual.
-¿No es absurdo ir si no crees?
-Tú no crees en tu trabajo y tienes horario fijo.
-Eso es otra cosa.
-Puede ser.
-Definitivamente es otra cosa…
-No voy a discutir por eso.
II.
-¿Y te la leyó?
-¿Qué?
-La mano.
-Sí.
-¿Cuál es la que se lee?
-La izquierda, parece. No recuerdo.
-¿Te dijo algo interesante?
-¿Sobre qué?
-No sé… ¿del amor?
-No pregunté por eso.
-¿Trabajo?
-Tampoco pregunté por eso.
-¿Tampoco preguntaste por la familia, supongo?
-No. Tampoco pregunté por la familia.
-Ya.
III.
-¿De qué te habla, F.?
¿Cómo…?
-F., ¿de qué te habla cuando vas a verla?
-¿Cuándo te lee la mano?
-Sí.
-Pues no sé… de uno mismo, supongo.
-¿Y no de la familia, ni el amor ni el trabajo?
-No. O sea, no si no le preguntas.
-¿Y qué te habla de ti mismo?
-No entiendo.
-Si no te habla de esas cosas… ¿qué es lo que te
dice de ti mismo…? ¿cosas de tu salud? ¿tu futuro?
-Mmm… creo que tampoco pregunté por la salud… y no
sé si podría decir que hablamos del futuro…
-Ya…
IV.
-Oye, ¿y sabes cuánto está cobrando?
-¿F.?
-Sí.
-¿Por leer la mano?
-Sí.
-No sé bien. A mí me pidió un aporte voluntario.
-¿Y sabes en qué horario atiende?
-No estoy seguro… ¿te doy su número?
-¿De teléfono?
-Sí po, de teléfono.
-Bueno… te lo mando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario