Dos veces por semana él ve un partido entre equipos
que nada le importan
No suele abanderarse por ninguno, aunque cierta
satisfacción lo invade cuando el equipo que partió perdiendo logra revertir el
marcador.
Aunque claro, de ocurrir así, luego hay que apoyar
al otro.
Suelen transmitirlos los martes y jueves, justo a
la hora en que él regresa del trabajo.
Está cansado, y tal vez por eso ver estos equipos
que nada le importan correr en el campo de juego, le permite dejar las
emociones a un lado y ver el partido, sin más.
Es un poco como en el trabajo, piensa a veces,
donde tampoco importa mucho lo que haces y hay que esperar cumplir con el
horario semanal, simplemente, para disfrutar lo que queda del día o del fin de
semana, si estás de suerte.
Esta vez, mientras se come un sándwich y bebe una
cerveza, observa a esos hombres correr tras el balón, desesperadamente, como si
de ello dependieran sus vidas
Al principio reía, cuando observaba las expresiones
en sus rostros, pero con el transcurso del tiempo ha comenzado a desarrollar
una leve empatía por los distintos jugadores.
Aunque claro, de vez en cuando hay alguno que
parece esforzarse más de la cuenta y entonces algo así como la burla, la
admiración y hasta la envidia, parecen convivir en una misma expresión.
-¡Qué manera de gastar la vida…! –dice entonces, en
voz alta, mientras vuelve a acomodarse en el sillón.
-¡Qué manera de gastar la vida…!
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