I.
Porque tienen miedo los que llegan a esa esquina,
ven un semáforo donde cuelga un ahorcado.
Se detienen ante él y fingen que no sienten el
hedor a carne muerta.
Los niños se cuelgan de las piernas y se ensucian la
ropa con fluidos.
Los que huyen de la verdad desoyen las palabras y
prefieren no entenderlas.
II.
La ciudad está llena de ahorcados.
Pero está más llena aún de los que prefieren no observarlos.
Incluso los disfrazan, a veces, por temor a la
tristeza.
En los cuerpos de los niños cuelgan adornos
navideños.
En los cuerpos más firmes clavan carteles con
rebajas.
III.
Los más viejos descuelgan a los muertos por las
noches.
Desinfectan la ciudad y si hay tiempo queman los
cadáveres.
El olor a carne muerta se esparce así por cada
calle.
Los perros se pelean por los restos enseñándose sus
dientes.
IV.
A veces los ahorcados tienen el rostro de tus
padres.
O de los hombres que forjaron aquello en qué
creías.
Nadie lo menciona, pero tú no olvidas esos rostros
y el miedo te enceguece.
Y porque tienes miedo, ves un semáforo donde cuelga
un ahorcado.
Justo entonces, sin motivo, unos niños se cuelgan
de tus piernas.
Saludos, desde México. Tu texto me recordó a una canción.
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